Soporta la doble jornada, una como secretaria y la otra como madre y ama de casa, gracias a unas pastillas de diazepán que esconde en su cartera. Ningún médico se la ha recetado, pero ella misma encontró el camino hacia la paz probando varios fármacos. Sólo bajo el efecto producido por una dosis -cada vez más alta- de la pequeña píldora, sobrelleva las reuniones del Partido, las colas para la comida y las exigencias alimentarias de su familia.
Comenzó por comprárs....
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