Hay definiciones, consignas y formas de llamar las cosas que siguen usándose por puro automatismo, aunque en la realidad poco quede que justifique esos apelativos. Se sigue hablando de una igualdad social que no logro encontrar por ninguna parte, de una soberanía que contrasta con nuestra dependencia real de los mercados extranjeros y de una ideología que no asoma sus principios en medio de este "seudo-capitalismo de Estado".
Podremos seguir con el mismo cartel sobre la puerta, pero eso no hará que la realidad se parezca a lo que en él se anuncia. Por ejemplo -en la foto de arriba- un árbol creció y tapó parte de la numantina opción "Socialismo o muerte". La vida terminó por ridiculizar la extrema elección que nos proponía ese slogan. Unas gruesas ramas con hojas verdes cubrieron la mención a "la pelona", y crearon una disyuntiva diferente a aquella que nos gritaban desde la tribuna, en los años más duros del Período Especial.
Un pequeño retoño amenaza con tapar también la palabra "socialismo". ¿No será ya el momento de cambiar el cartel?
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